Parte I

EUSKAL-ESNALEA. 1’go urtea, 1911 – Ilbeltza – 15, 1’go zenbakia: 2-6.

El euskara en Sarasaitzu
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En la Asamblea celebrada el día 21 de Diciembre último en los salones de la Excelentísima Diputación guipuzcoana por la Sociedad Euskal-Esnalea, su Presidente, el señor Campión, leyó el admirable discurso que hoy reproducimos en parte. Al darlo á la prensa, cumplimos gustosísimos el deseo unánimemente manifestado en la Asamblea por quienes sintieron vibrar en el corazón las fibras del entusiasmo, removidas por la elocuencia de las palabras que el señor Campión pronunció haciendo que en ellas viviera todo el patriotismo y el calor de su alma nabarra.
Señores: No sin tristeza os dirijo la palabra ahora. Y cómo no, si en vez de trasmitiros noticias capaces de enardecer vuestro entusiasmo, señalando triunfos de nuestra nobilísima propaganda, sólo me es dado exponer hechos y explanar razones que, de caer sobre ánimos pusilánimes, habrían de apartarlos del camino tan generosamente emprendido? La tristeza no es el desaliento, y creo que nadie me negará el derecho de experimentarla, muy honda y muy amarga. Porque habiendo consagrado mi vida al servicio de un ideal muy alto, absolutamente desinteresado, hasta el punto de, que ni cabe provecho personal de ningún género, la recompensa de verle triunfar se aleja en la proporción misma que el pesado agobio de los años aumenta, así cual si en los inexcrutables designios de Dios entrara el privarme hasta del dulce consuelo de la esperanza. Ojalá con este dolor mío pagase yo el rescate del pueblo Basko! diérale por bien sufrido y paladeado! Mas como la misma divina Providencia que siega en flor las ilusiones, en toda obra humana surgida al calor de la imaginación, nos manda perseverar en el bien, no desoiré ese mandato y mientras me queden fuerzas físicas proseguirá la lucha, junto á mis entusiastas compañeros de Euskal-Esnalea, caballeros andantes de Baskonia, á prueba de esquiveces y desabrimientos, empeñados en desencantar á la zafia Aldonza Lorenzo y restituirla su ser de incomparable Dulcinea.
Aquella fatídica frase aplicada por el gran geógrafo francés Eliseo Reclus al pueblo Basko «Un peuple qui s’an va», por muchas veces que la hayamos reargüido de falsa, hemos de reconocer que está trocándose en irrebatible axioma. Cierto es que el pueblo euskariano y la raza sobre la cual aquél ha florecido, en cuanto hace á su realidad antropológica, no desaparece físicamente, como p. ej.: las tribus de las islas de Coral, á quienes ahoga la raza blanca invasora. Pero si el pueblo es algo más que un conjunto de animales en disposición de comer, beber, dormir y reproducirse, si además de los elementos anatómicos, y muy por encima de ellos, le constituyen los elementos morales creadores de una individualidad psicológica propia, suya y diferente de otras, hemos de corroborar la sentencia de Reclus: el pueblo Basko se va, y se nos escapará de entre las manos pronto, porque como cantó Bürger en su famosísima balada: «los muertos andan aprisa».
Por qué no decirlo? Pueblo que pierde su lengua, que olvida é ignora su historia, que corrompe sus costumbres, que renuncia ó abandona sus derechos, que de señor baja á siervo y de soberano á vasallo, es pueblo decadente y en camino de morirse, por muchas fábricas que construya, por muchas vías de comunicación que abra, por muchas ciudades que hermosee, por muchos ahorros que acumule, por muchas libras de carne y azumbres de sidra y vino que engulla. Sólo en estos tiempos de sofisma universal han podido maridarse la ruina de la personalidad y el progreso, en los ditirambos de un insubstancial optimismo.
Contra esta afrentosa decadencia luchan denodadamente en diversos campos y bajo diversos nombres. animosos patriotas. A todos les saludo alabando sus buenos deseos; naturalmente, mis simpatías alcanzan el mismo nivel de las reivindicaciones que ellos patrocinan, posándose más vivas sobre quienes más cosas nuestras piden y persiguen. Y aquí está, Señores, la Sociedad Euskal-Esnalea que ha hecho centro de sus amores á uno de los caracteres más típicos, salientes, trascendentales y hermosos del pueblo Basko: su idioma maravilloso, que yo desearía manejar con soltura para verter siempre en sus expresiones mis ideas y mis sentimientos.
Que la lengua euskariana cuenta con un número de fervorosos defensores cuyo total, con mucho, excede, al que en cualquiera otra época se haya congregado en torno de ella, me parece punto fuera de discusión; que el conocimiento científico de ella se extiende y populariza, y en la misma medida se depura y perfecciona, se pule y acicala su uso, hasta el punto que de la literatura baska, oral y escrita, se puede entresacar un ramillete de flores, no ya silvestres, y cual Dios las hizo, sino hermoseadas por la inteligente cultura, tampoco podrá negarlo nadie. Pero ésta es la cara del movimiento baskizador, el cual tiene su reverso, feo y repulsivo. Porque mientras nosotros, y otros, ponemos en movimiento las fuerzas restauradoras y conservadoras, la infección erderizante prosigue su camino, planteándonos un problema por demás angustioso: quién será más fuerte, la catarata devastadora ó el dique de contención que nosotros queremos oponer á sus ondas?
Y ahora es cuando me toca hablaros de mi querida Nabarra, de esa nación tan justamente aplaudida por la entereza y virilidad de su carácter, la cual se me parece, en lo que á la conservación del euskera atañe, como triste ejemplar de los pueblos más débiles y afeminados. Nabarra, la antigua y admirada Baskonia, la gran matriz de los Baskos, está dejando de ser baska por momentos. Y queréis que no me ahogue la pena ni se me disuelvan en tristeza las energías? En tiempo del Padre Moret, en pleno siglo XVII, todas las regiones montuosas del Reino, retenían la lengua baskongada como única; varios pueblos la hablaban promiscuamente con la común de España; algunos, en el largo comercio con los fronterizos, la habían perdido (Anales, libro L, capítulo I, número 4); al terminar el siglo XVIII, sonaba en las puertas mismas de Tafalla y al pie de los muros de Estella; hoy, apenas se la oye en Burguete, y si resucitasen los vencedores de Roncesvalles, ellos, y no los leudes y paladines de Carlomagno son quienes correrían el riesgo de pasar plaza de extranjeros.
Tomad un mapa, y os asombrará el desastre; los valles y distritos de las Ameskoas, Allín, Metauten, Yerri, Gesalaz, Ollo, Echauri, Guirguillano, Ilzarbe, Orba, Oloriz, Aranguren, Elorz, Leoz, Unziti, lbargoiti, Urraul alto, Urraul bajo, Egües, Izagaondoa, Lizoain, Longuida, Ronkal: las cendeas de Galar, Cizur, Iza, Olza y Ansoain, en el decurso del siglo XIX reniegan de su lengua; los territorios más occidentales, meridionales y orientales de esa vastísima zona, á la verdad, al comenzar ese funestísimo siglo estaban ya muy invadidos por el erdara; los más septentrionales de ellos quizás conservarán hoy algún expirante vestigio, recordando á las tribus pieles-rojas de cuyos idiomas daban testimonio á los viajeros los papagayos centenarios de los bosques. Pero en resumen, más, pero bastantes más de trescientos pueblos nabarros. entre los que: se cuentan poblaciones tan importantes como Puente-Ia-Reina (Garés), Zirauki, Mañeru, Aoiz, tan genuinamente baskas como Barasoain, cuna del insigne doctor nabarro Azpilikueta, que se jactaba de su naturaleza baska, en ciento veinticinco años, ó menos, han venido á ser una prolongación lingüística de Castilla. Cuando yo publiqué mi Gramática el año 1884, señalé la débil vitalidad del dialecto alto-nabarro meridional, cis y ultra pamplonés, víctima de las más importantes amputaciones. Pero al norte y al occidente de Pamplona, fuera de los mojones de la Merindad de Estella, bajo cuyos amplísimos horizontes se extinguió absolutamente el euskara, tanto ese dialecto, cuanto el alto nabarro y las variedades bajo-nabarras presentaban un compacto é imponente bloque, al parecer con aspecto consolador de longevo. No nos hagamos ilusiones; en el último baluarte de la lingua navarrorum, según calificativo del Rey D. Sancho el Sabio, se ha marcado la zona, más ó menos ancha de la extinción inminente, caracterizada por la superposición de tres generaciones, de las cuales, la de los viejos habla solo el baskuenze, la de los hombres maduros le habla promiscuamente con el castellano, y la de los niños solo habla el castellano. Entronizado en lrurzun, amenaza á la Barranca, á Larraun, á lmoz; en Markalain, Ostiz y Larrasoaña, á los valles de Atez, Odieta, Anué, tierras altas del de Esteribar y á Val de Erro, como Aoiz bate el baskonismo de Val de Arze, y Burguete á éste mismo, al de Erro y al de Aezkoa.
Os he pintado, Señores, grosso modo, el cuadro lamentable de esa horrenda degeneración, sin pararme á puntualizar los casos; la línea de la invasión es muy sinuosa, tiene grandes salientes y entrantes como el trazado gráfico de ciertas fiebres; generalmente la deseuskarización procede por contacto progresivo, á modo de una infiltración intersticial; á veces dá un brinco, como sucede en Burguete (Auritz), donde se plantó el castellano dejando á su espalda los núcleos, relativamente incontaminados, de Arze y Erro, Pero con ánimo de presentaros un caso particular, el más reciente de todos, el cual, por ser para mí nuevo é imprevisto, ha hecho rebosar mi amargura é inspirado las palabras que os estoy dirigiendo para desahogo de mi corazón.
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)